Mikel Garrido no es un profesional de las patentes, pero está tan convencido de su importancia que a menudo le piden que cuente su experiencia. Fundador de tres empresas –con 9 patentes en su haber- le gusta transmitir el valor del emprendizaje y la necesidad de incentivar una cultura en la que la protección de las ideas sea algo habitual
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Las tres empresas que usted ha fundado nacieron a raíz de una patente. Háblenos de ello.
La primera de esas empresas es Agotek. Tras detectar una necesidad de seguridad infantil, busqué un producto que le diera solución; al no encontrarlo, decidí desarrollarlo. Antes de eso ya me había pasado un par de veces pensar en un producto y preguntarme: ¿por qué nadie sacará algo que haga esto?, y al cabo de un tiempo verlo en un lineal o un escaparate. Decidí presentar una primera patente, que con el tiempo daría lugar a un prototipo que a su vez dio lugar a la empresa. Lo mismo sucedería después con Kidy Froh y Euraslog.
¿Tuvo la idea y la patentó? ¿No se hace un estudio de la viabilidad de esa patente?
Evidentemente hay que ver si lo que quieres patentar es factible de realizar, pero es recomendable patentar la idea incluso antes de tener algo, porque si esperas demasiado quizás, por una filtración, porque el mercado lo demande o por otras razones, cuando quieras hacerlo alguien se te haya adelantado. Sólo un 5% de las patentes que se presentan terminan en producto. La mayoría de la gente patenta ideas o desarrollos que considera realizables, pero pocos llegan al mercado final.
Una vez presentada la patente, ¿cómo es el proceso hasta llegar al producto?
Normalmente son procesos que se hacen en paralelo. Cuando entregas la patente es probable que estés trabajando ya en su desarrollo. Hay veces que tardan dos años y medio en darte una patente, hoy en día, en temas de tecnología, no es posible esperar tanto tiempo. Eso hace que a veces saques tu producto sin tener la confirmación, con el patent pending. Ahora mismo nosotros estamos presentando productos a nivel internacional cuya patente no está todavía aprobada.
¿Y no hay riesgo de que no se la den?
Lo hay, pero más arriesgado es sacarlo sin patente. Siempre es mejor tener un producto con una patente, aunque la aprobación de ésta sea posterior a su lanzamiento, que no tenerlo, porque desde el momento en que la solicitas sabes que estás protegido. Una cosa vital cuando patentas es la fecha de entrada en el registro. Por otro lado, están también los modelos de utilidad que, en muchas ocasiones, es aconsejable solicitar previamente pues permiten una agilidad de partida que no te da una patente: en 6 u 8 meses puedes tener una respuesta.
Y ¿cómo saber lo que más conviene en cada caso?
Un modelo de utilidad es equivalente a una patente en cuanto a fecha de entrada, es más barato, más rápido, no exige unos estudios tan exhaustivos, y tiene la ventaja de que permite, en el plazo de un año, solicitar una patente. El problema es cuando quieres pasarte a una patente europea, ya que el modelo de utilidad no existe en todos los países y el concepto no siempre es el mismo, así que tienes que solicitarlo país por país. En cambio puedes ir a una patente europea de una sola vez. Nosotros solemos empezar por un modelo de utilidad, es lo que hicimos con la silla de autobús, que presentamos en los 12 países en los que existe dicho concepto, y luego, si lo consideramos oportuno, pasamos a patente.
¿Qué otras figura legales hay?
Hay otro recurso interesante que es lo que se llama romper la notoriedad de una invención, que consiste en publicar una serie de artículos o sacar folletos hablando de ella. Nosotros los hemos hecho con el sistema de retención pediátrica para ambulancias. Hicimos un estudio de patentabilidad que nos hizo dudar de si era patentable o no, así que presentamos el producto en varias revistas especializadas. Si llegase el caso de que alguien quisiera patentarlo, no podría hacerlo porque “tal día” nosotros rompimos la notoriedad. Las fechas, insisto, son claves.
¿Alguna otra clave que considere importante?
Cuando presentas una patente o un modelo de utilidad sólo hay que detallar el diseño y las reivindicaciones. La descripción de éstas es un tema importante, por eso es aconsejable acudir a un profesional. La redacción de esas reivindicaciones tiene que ser afinadísima. Tienes que mirar a izquierda y derecha posibles ampliaciones que pudiese tener ese producto para tratar de ser lo más global posible, entre otras razones porque en su desarrollo puede variar la forma de entender el producto. Además, si eres muy específico en una reivindicación, cualquiera que lea esa patente puede decir: “no ha hecho esto, le cambio dos cosas y deja de estar protegido”.
¿Es imposible para una empresa gestionar ella misma sus patentes?
No lo es, en pocos años se ha optimizado mucho el proceso de patentar. Si tienes experiencia y un grado de conocimiento, puedes hacerlo tú mismo, lo que abarata los costes. Pero, el tiempo que exige todo el proceso, lo complicado que puede llegar a ser detectar si algo ya está patentado o publicado, el ámbito global que hay que considerar, hacen aconsejable contar con asesores. Su coste puede incrementar en un 10 ó un 15% el de una patente, pero a cambio garantizas su buena viabilidad.
¿Patentar es caro?
Una patente a nivel nacional rondará los 2000 o 3000 euros; a nivel europeo los 15000 euros. ¿Es dinero? Si tener una patente te va a permitir sobrevalorar tu empresa, estar protegido ante terceros, frenar a tus competidores, optar a subvenciones, venderte mejor, etc., no es un gasto desmesurado. Está claro que hay que dar un empuje a las patentes, aquí estamos muy por debajo del nivel de patentabilidad de otros países, algo que choca con la idea de un país basado en la innovación.
¿Tener una patente es sinónimo de ser innovador?
Es una señal de que realmente estás haciendo algo nuevo que no existía. Innovar puede significar distintas cosas, desde incorporar en tu negocio algo que va a mejorar el proceso, o la comercialización, o su imagen, …hasta realizar algo que no existía (y si no existía, protégelo). Yo creo que innovación no es sinónimo de patentar, pero patentar sí lo es de innovación.
¿Qué cree que habría que hacer para de incentivar el uso de patentes?
Lo primero sería quitarnos la idea de que “ya está todo inventado”, pues lo cierto es que cada día se descubren cosas nuevas. También incentivar una cultura en la que la protección de ideas sea algo habitual. En el mundo de la empresa se puede ser seguidor y distribuidor o creador y fabricante. Si optas por esto último, patenta tus ideas y desarrollos porque eso te va a proteger y te va a permitir comercializar tus productos sin miedo a que los copien.