Colaborar permite seguir vivo, crecer a mayor velocidad y sin partir de cero, ejecutar actividades que no están en nuestro ADN, afrontar problemas que hasta entonces parecían difíciles o, incluso, inabordables, y ganar en competitividad.
En los últimos años, la Diputación Foral de Bizkaia ha trabajado en el fortalecimiento de un ecosistema de apoyo a la creación y consolidación de empresas del territorio.
Regularmente ha generado herramientas y servicios pensados para sustentar a las pymes y personas emprendedoras en las diferentes etapas de su desarrollo. Itinerarios específicos que pudiesen seguir para abordar sus retos de crecimiento.
A la pregunta recurrente de cómo mejorar el impacto de esas dinámicas se une la evidencia de que estamos en un momento de transición hacia un nuevo sistema que conlleva modelos económicos y organizativos diferentes. Modelos que desafían las estrategias tradicionales.
Al margen del éxito que las fórmulas forales de apoyo a empresas siguen teniendo, es preciso pensar en cómo optimizar su uso.
De esa reflexión se desprenden varias certezas. Una de ellas es que las empresas ya no necesitan soluciones sino opciones para abordar un problema; que las organizaciones actúan de forma muy distinta según el contexto, y que colaborar aumenta sus capacidades y resiliencia.
Hoy no hay perfiles estereotipados de empresa lo cual nos lleva a plantearnos nuevas funciones. El mapa de ayudas y servicios que hemos generado empieza a tener sentido desde otros puntos de vista. ¿Cómo lograr que nuestras políticas vayan más allá de la incidencia individual y puntual en las organizaciones beneficiarias? ¿Cómo promover la combinación creativa de esos mismos recursos?
Habrá muchas respuestas posibles, pero una de ellas parece clara: contribuyendo a crear un ecosistema colaborativo que propicie que empresas y proyectos converjan. Un sistema cuyo reto no sea ofrecer soluciones a problemas concretos, sino impulsar nuevas relaciones y formas de colaboración que mejoren la capacidad de innovación.
Colaborar permite –como dicen algunas de las empresas a las que hemos preguntado– “seguir vivo”, “crecer a mayor velocidad y sin partir de cero”, “ejecutar actividades que no están en nuestro ADN”, “afrontar problemas que hasta entonces parecían difíciles o, incluso, inabordables”, “ganar en competitividad”.
En paralelo a la experimentación de nuevas prácticas y procedimientos, pero en sintonía con la idea de la conexión de procesos complementarios, el Departamento foral de Promoción Económica propone a las empresas que combinen las herramientas que ofrece a través de Beaz, Bizkaia Talent y Seed Capital Bizkaia.
Que startups, pymes e incluso, en algunas ocasiones, corporates o centros de generación de conocimiento, puedan adaptar la lectura de las ayudas y servicios que tienen a su alcance hasta componer su propio itinerario, aquel que mejor se ajusta a sus necesidades.
La combinación de recursos hace que las herramientas de apoyo tengan mayor impacto, que resulten útiles a perfiles más diversos de empresas y que éstas se reformulen la manera de afrontar sus retos. Es cierto que esta nueva fórmula implica cierta complejidad inicial, pero es una complejidad enriquecedora.